La gloriosa
dupla Hellman-Wyler tuvo en 1940 otra de sus excelentes colaboraciones en “La
Loba”.
Esta
película, producida por Samuel Goldwyn, se basó en la obra de teatro escrita
por Lillian Hellman en 1939 que fue un auténtico éxito en Broadway, se
representó durante 410 funciones en el National Theatre de Nueva York con Tallulah Bankhead como protagonista.
Tallulah Bankhead como Regina Hubbard
La idea
del título original en inglés “The Little Foxes” se la dio Dorothy Parker a
Hellman inspirada la cita de la Biblia: “Cazadnos las zorras, las zorras
pequeñas que echan a perder las viñas, porque nuestras uvas están tiernas.”
La obra
se dice que está inspirada en la propia familia materna de Hellman que dijo en
una entrevista en Los Angeles Times el 4 de junio de 1975: "Yo
pertenecía, por el lado de mi madre, a una familia de banqueros y dueños de
tiendas de Alabama y las cenas de los domingos eran abundantes, con
conversaciones animadas y risas de las personas mayores sobre quién le hizo qué
a quién."
Hellman
contó lo complicado de la creación de la obra en su biografía: “The Little
Foxes fue la obra más difícil que haya escrito nunca. Me sentía torpe en los
primeros borradores, metiendo y sacando personajes, ornamentándola,
decorándola, y sintiéndome más y más débil a medida que echaba al cesto escenas
y luego actos y luego la obra completa.”
LILLIAN
HELLMAN “Pentimento”.

La
historia (encuadrada en el género denominado gótico sureño) está ambientada en
el sur de Estados Unidos en 1900, en la era post Guerra Civil Americana. Narra
las luchas internas dentro de la familia Hubbard: Regina y sus dos hermanos Ben y Oscar, no menos avariciosos que ella, intentan cerrar un acuerdo de negocios con el empresario industrial de Chicago
William Marshall. Regina necesita atraer de nuevo al hogar a su enfermo marido Horace,
dado que necesita de su dinero para invertir en el negocio, para lo que convence
a su hija Alexandra. Después de que Horace se niegue a darle el dinero que ella
necesita, Regina permite que él muera al negarse a buscarle su medicina cuando
éste sufre un ataque al corazón.
Dos meses
le llevó adaptar a Lillian Hellman su obra de teatro a un guión cinematográfico,
pero el resultado fue óptimo, según Wyler “Hellman había hecho un gran
trabajo abriendo la obra teatral, conservando intactas las mejores escenas,
creando otras nuevas y desarrollando nuevos escenarios y personajes, por ejemplo
los de la pareja joven, para suavizar las alternativas positivas a la mayoría
de los siniestros personajes de la obra.”
Godlwyn
y Wyler pensaron inmediatamente en Bette Davis para el papel protagonista de Regina,
pero ésta estaba bajo contrato con la Warner Brothers y no era una compañía muy
dada a prestar a otros estudios sus grandes estrellas. Pero la suerte, una vez
más, cayó del lado de Goldwyn que se enteró que Jack Warner estaba preparando
la película “Sargento York” y quería a Gary Cooper para el papel, así que
Warner accedió al intercambio. Quedaba un último escollo, Davis se la tenía
jurada a Goldwyn dado que una prueba para una película de 1929 éste le había
rechazado diciendo “¿Qué estáis tratando de colarme? ¿No véis que tiene unos
ojos asquerosos y habla a trompicones?”, así que, aunque Davis se moría de
ganas de interpretar el papel de Regina tensó la negociación hasta que obtuvo
para ella por este papel 385.000 dólares la cifra más alta dada hasta la fecha
por un intercambio de estudios.
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Davis
no quería ver la obra teatral para no condicionar su interpretación, pero
terminó cediendo ante Wyler y quedó impresionada con la interpretación de la
Bankhead de su papel, Regina Hubbard, de la que dijo ” una vez que la vi supe
que estaba representada de la única manera que podía hacerse”. No obstante,
Davis quiso darle su sello particular al personaje, lo que ocasionó no pocas
fricciones entre ella y el director William Wyler (antiguo amante suyo). Entre
otras adiciones, Bette Davis se empeñó en embadurnarse la cara de polvos de arroz,
en parte para darle a su personaje una mayor frialdad e hieratismo (y
posiblemente para envejecerse dado que en el momento de rodaje Davis apenas
contaba con 32 años e interpretaba a una mujer en edad madura con una hija de
al menos 18 años). Al final todos estos añadidos de Davis al personaje resultaron
ser un acierto, y combinados con la estupenda fotografía de Gregg Toland
resultaron una estupenda adaptación cinematográfica del la obra original:

“La
cámara de Toland mostraba toda su fuerza en la escena culminante de la obra,
cuando Horace le pide a Regina que vaya a buscarle su medicación para el
corazón. Ella se niega a hacerlo. En esa escena, parece que lo esencial es el
hombre que lucha por levantarse de su silla de ruedas y subir las escaleras,
pero según Wyler: `Lo interesante aquí es la mujer. La escena es su cara, lo
que está pasando dentro de ella. Podías no sacarle siquiera, hacer, por
ejemplo, que sólo se le oyera tambalearse en las escaleras, tosiendo, lo que
fuera. ¨Naturalmente, era mucho más efectivo tenerle al fondo, fuera de imagen,
tratando de subir la escalera. Toland, al que Goldwyn había prestado a Orson Welles
para el que hizo la fotografía de Ciudadano Kane, había estado probando una
técnica llamada profundidad de campo con la que la cámara podía recoger al
mismo tiempo una zona próxima y otra lejana. Permitía al director conseguir el efecto
deseado, hacer que los espectadores “crean estar viendo algo que se supone que
no ven. Ver al marido al fondo te hace mirar hacia allí, pero lo que estabas
viendo era la cara de ella¨ Años más tarde, Lillian Hellman reconocía que una
gran parte de la película- y esa escena en particular- resultaba mejor que la
obra de teatro, y era gracias a la visión de Willy”
A.SCOTT
BERG “Goldwyn”