"Mi noche con Maud" (1.969) de Eric Rohmer es una de las seis películas que conforman su serie de "Cuentos morales" (en Anagrama está editado un libro que recoge los seis cuentos, escrito por el propio Rohmer). Hace dos años vi "La rodilla de Clara" y me aburrió muchísimo, no le pillé el punto (ni fetichista ni de ningún tipo) para nada.
Esta película sin embargo, tiene bastante miga. Jean Louis Tringtinant regresa a Clermont- Ferrand, una típica y aburrida ciudad de provincias de la que procede, para ser ingeniero en la fábrica de Michelín, después de haber pasado unos años en el extranjero. Durante una misa se fija en una chica rubia, y se enamora platónicamente de ella, considerándola su ideal de esposa. Por casualidad topa con Vidal, un antiguo compañero de clase que le invita a pasar la Nochebuena en casa de una amiga suya, Maud, una atractiva mujer recientemente divorciada. La cena transcurre entre largas conversaciones sobre la vida, la moral, la ética y la filosofía de Pascal, el azar, las probabilidades matemáticas (muy francés todo). Al final se hace tarde y Vidal abandona a sus dos amigos con una excusa, siguen hablando y cuando Jean Louis quiere marcharse, Maud le pide que se quede porque hay una tormenta de nieve y teme que tenga un accidente, le cuenta que un amante suyo se mató en un día similar:
"Estoy segura de que había encontrado al hombre de mi vida. Era alguien que me gustaba desde todos los puntos de vista y a quien yo gustaba. Era médico también, un hombre muy brillante, y adoraba la vida, era increíblemente divertido, jamás he conocido a nadie cuya compañía, cuya presencia, fuera más agradable, más alegre... Y de pronto, estúpidamente, murió en un accidente de automóvil. Su coche patinó en el hielo. Es el destino...". Jean Louis acepta y entonces se da cuenta de que no hay habitación de invitados, y que la cama de Maud está en el salón donde han cenado. Así que tiene lugar la siguiente escena:
-Puedo quedarme en el sillón.
-Pillará agujetas. ¿Tiene miedo? ¿De mí? ¿De usted? le juro que ni le tocaré. ¡Y yo que le creía muy seguro de sí mismo!
- ¿No tiene una manta?
- Sí, en el armario, abajo.
Abro el armario y cojo la manta, mientras que Maud se saca su camisa de marinero y se desliza bajo las sábanas hasta el cuello. Yo me saco los zapatos, la chaqueta y la corbata. Me envuelvo con la manta, me siento en el sillón,con los pies sobre la mesita. Maud tiene los ojos abiertos y me mira irónicamente.
¡I-di-o-ta! dice en voz muy baja, de modo que sólo la entiendo por el movimiento de sus labios. Me levanto bruscamente y voy a echarme a su lado, siempre envuelto en mi manta.
- Tendrá frío.
- Ya veremos - digo - Buenas noches.
Ella apaga la luz.
Comienza a amanecer. Maud tiene la cabeza casi enteramente oculta por la sábana. Se distingue claramente mi cara, iluminada por un reflejo del alba. Me despierto, me siento, luego me deslizo decididamente bajo el cubrecama de pieles. Maud se ha movido. Se da la vuelta y se pega contra mí. Me abraza. Su mano acaricia mi espalda. Se oyen nuestras respiraciones jadeantes... Bruscamente yo me separo, y me levanto a medias :
- ¡No! Oiga...
No menos vivamente, Maud se incorpora a su vez, aparta rabiosamente las mantas, sale desnuda de la cama y se dirige corriendo hacia la puerta del cuarto de baño. En el momento en que pone la mano sobre el pomo, la alcanzo. La abrazo.
- ¡Maud!
- ¡No! ¡Me gustan las personas que saben lo que quieren!
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Como habéis visto, Maud es una mujer que no se anda con rodeos, y que confunde al contradictorio Jean Louis, que se siente atraído por ella pero la rechaza como una mujer que quiera para tener a su lado. Pronto conoce a la rubia misteriosa que ha visto en misa, una aparentemente inocente estudiante, con la que se compromete. Maud y él vuelven a cruzarse brevemente por la calle y ella le dice que abandona la ciudad. La escena final no tiene desperdicio, Maud y él se encuentran en una playa unos años más tarde, él va acompañado de su mujer y su hijo, y se da una curiosa situación que le hace ver que las cosas no son como parecen, y que no hay que dejarse llevar por los tópicos habituales... No cuento más, quien quiera saber el misterio tiene que ver la película ;). La escena ocurre así:
La segunda evocación fue cuando, cinco años después, en Bretaña, me encontré con Maud por casualidad. Françoise y yo bajábamos a la playa con el mayor de los niños cuando, en un recodo del camino, me topé cara a cara con ella. Morena, los cabellos al viento, me pareció todavía más guapa y más joven que antes. Quise presentarle a mi mujer.
- Pero si nos conocemos - me dijo - ... En fin, de vista. Mi enhorabuena... ¿Por qué no me mandó una participación?
- Desconocía su dirección en Toulouse.
- Habría podido telefonerarme antes de mi marcha.
- Creo que lo hice.
- Es inútil mentir. Tengo buena memoria: me abandonó ignominiosamente... En fin, tenía sus razones - añadió con una sonrisa amable hacia Françoise.
Pero ésta, incómoda, sólo buscaba un pretexto para abandonarnos.
- Quiere irse a jugar- dijo, cogiendo al niño por la mano- Discúlpeme...
- ¡Así que era ella! - dice Maud, cuando Françoise quedó fuera del alcance de su voz- ¡Qué extraño! Habría tenido que imaginármelo.
- ¿Ella?
- Sí, su mujer, Françoise.
- ¡Pero si nunca le hablé de ella!
- ¡Y cómo! De su novia rubia, católica. ¡Tengo buena memoria, sabe!
- ¡Cómo podía haberle hablado de ella si no la conocía!
- ¿Por qué miente?
- La conocí el día después de... de la cena en su casa.
- ¿La cena? Usted quiere decir la noche,
nuestra noche. No he olvidado nada. No dejaba de hablarme de ella...
(...)
Estaba a punto de decir "no pasó nada", cuando, de pronto, entendí que la confusión de Françoise no procedía de lo que sabía de mi, sino de lo que suponía que yo sabía de ella, y que, de hecho, descubrí en ese momento... sólo en ese momento.