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Trece días de hedor y miseria en tercera clase; otros dos días de pánico y pandemónium en Ellis Island; luego ocho días de apretada y hormigueante incomodidad en un atestado vagón de ferrocarril; llorando hasta quedarnos dormidos los unos en el regazo de los otros; comiendo sólo pan y fruta que Papá compraba en las paradas del tren.
Y finalmente, después de veintitrés días sin bañarnos ni cambiarnos de ropa, nuestra sucia familia de inmigrantes de hundidos ojos abrazó a Ben, que nos aguardaba en la estación de South Pacific en Los Ángeles. Papá y Mamá besaron el suelo y lloraron de alegría. Yo también lloré. Pero no de alegría. Lloré porque éramos pobres e ignorantes y estábamos cansados y sucios."
FRANK CAPRA "El nombre delante del título"

" Mi padre, Nicholas John Cassavetes, llegó a los Estados Unidos con su hermana y su hermano, cuando tenía catorce años. Había nacido en Larissa, Grecia, en 1.893, y oyó hablar de este país cuando un misionero pasó un día por su pueblo diciendo que en América había hermandad, que si uno quería trabajar y aprender, el pueblo americano le abriría sus brazos y su corazón. Primero fueron a Bulgaria -donde dejaron a mi tía con unos parientes- y luego fueron a Constantinopla, donde trabajaron hasta ue pudieron ahorrar para pagarse el pasaje de barco. El 1 de Enero de 1.908, mi padre y su hermano Arthur llegaron a Ellis Island. Cuando les preguntaron a quién conocían en América, mi padre, que había oído hablar de Providence, Rodhe Island, y al que le gustaba ese nombre, Providence, dijo que conocía alguien de allí. Le pidieron una prueba escrita de lo que decía, y el díjo que no la tenía porque el hombre al que conocía, un hombre muy rico, había llegado a Nueva York en un barco anterior al suyo. Y luego mi padre soltó su gran frase: "Quieo trabajar, y quiero aprender".
Un funcionario de inmigración les dio a mi padre y a mi tío cinco dólares para que se pagaran el billete de autobús para Providence, y cuando llegaron, no conocían a nadie. Mi padre comenzó a buscar griegos por toda la ciudad, gente con la tez olivácea, hasta encontó a unos inmigrantes que le dieron trabajo.
JOHN CASSAVETES "Cassavetes por Cassavetes" editado por Ray Carney.
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