Helen Van Dongen
En una reunión de la productora que tuvo lugar en el Club 21 de Nueva York, Archivald McLeish y Lillian Hellman escribieron la escaleta o guión primigenio del documental. Ivens había comenzado el rodaje en España y pronto se le unirían Dos Passos y Hemingway, si bien Dos Passos abandonaría el proyecto por diferencias de planteamiento con Hemingway debidas a que este quería reflejar cómo afectaba la guerra a la gente de España, en tanto que Hemingway planteaba el proyecto sobre cómo afectaba la guerra en general a los pueblos que la sufren.

"Estábamos en ese momento trabajando en una casa destrozada por las bombas que dominaba la Casa de Campo en Madrid. Debajo de nosotros se estaba librando una batalla. Podías verla extenderse debajo de ti y sobre las colinas, podías olerla, podías saborear el polvo, y el ruido era una gran hoja deslizante de fuego de fusil y fusil automático que subía y bajaba, y en él venía el estallido de los cañones y el burbujeante estruendo de los proyectiles salientes disparados desde las baterías detrás de nosotros, el golpe sordo de sus explosiones y luego las ondulantes nubes amarillas de polvo. Pero estaba demasiado lejos para filmar bien. Habíamos intentado trabajar más cerca, pero seguían disparándole a la cámara y no podías trabajar.
La cámara grande era lo más caro que teníamos y si la destrozaban, se acababa todo. Estábamos haciendo la película casi sin nada y todo el dinero estaba en las latas de película y las cámaras. No podíamos darnos el lujo de desperdiciar película y teníamos que ser extremadamente cuidadosos con las cámaras.
La película fue estrenada el 8 de Julio de 1937 en un pase privado en la Casa Blanca ante el Presidente Franklin D. Roosevelt, propiciado por la amistad que Martha Gellhorn (pareja de Hemingway tenía con Eleanor Roosevelt) y llegó a recaudar en total casi 70.000 dólares que fueron destinados a ambulancias y medicinas para la causa republicana.
El documental, de apenas 53 minutos, tiene la cualidad de reflejar con realismo histórico el inicio de la contienda civil, con especial valor añadido de las imágenes de la guerra en pleno centro de Madrid, donde la cotidianidad de las acciones del día a día se mezclan con la crudeza de la guerra. En una entrevista de 1981 sobre el documental, Joris Ivens contesta sobre la motivación del documental y su falta de "objetividad":
Entrevistador: Leí en alguna parte que Roosevelt había dicho que la película podría haber sido aún más propagandística a favor de los republicanos. ¿Recuerdas ese comentario?
Joris Ivens: No, no, no. Hubo otro comentario... Nos dijeron: "¿Por qué no han estado también del lado de Franco? Así sería una película muy objetiva". Yo dije: "Si hubiera estado del lado de Franco, no estaría aquí, ¿sabes? Habría sido ejecutado". En este tipo de guerras y reportajes, solo hay un lado, ¿entiendes? Para nosotros, para el tipo de personas que hacemos documentales, para informar... tal vez de manera diferente, pero nosotros realmente tomamos partido, y lo hicimos abiertamente. No dijimos que éramos formalmente objetivos, no. Pensamos que la causa española era la verdadera causa del futuro de la democracia en España. Y también, no hay que olvidar que esta película fue realmente una especie de indicación de que la Segunda Guerra Mundial estaba a la vuelta de la esquina. Fue como una cerilla, mostramos una cerilla a un fuego que vendría, porque fue la primera vez que las fuerzas fascistas de España... bueno, de Alemania y de Italia interfirieron militarmente con bombardeos y con armas en una causa de guerra popular. Es importante, ¿sabes?
"Tal como lo propuso Archibald MacLeish, le pedimos a Orson Welles que leyera (la narración) y pareció un buen trabajo; pero había algo en la cualidad de su voz que lo separaba de la película, de España, de la actualidad de la película... En cualquier caso, cuando llevé la película a Hollywood, las otras personas de Contemporary Historians —Herman Shumlin, Lillian Hellman y Dorothy Parker— notaron lo que fallaba y sugirieron que Hemingway intentara leerlo él mismo. Eso era lo correcto. Durante la grabación, su comentario sonó como el de un reportero sensible que ha estado en el lugar y quiere contarte lo sucedido; un sentimiento que ninguna otra voz podría comunicar. La falta de la pulcritud de un comentarista profesional ayudaba a creer intensamente en las experiencias de la pantalla."
En 1976, Orson Welles recordaba lo siguiente sobre su encuentro con Ernest Hemingway
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