miércoles, 14 de marzo de 2007

LA SINAGOGA DE LOS ICONOCLASTAS


AARON ROSENBLUM

"Los utopistas no reparan en medios; con tal de hacer feliz al hombre están dispuestos a matarle, torturarle, incinerarle, exiliarle, esterilizarle, descuartizarle, lobotomizarle, electrocutarle, enviarle a la guerra, bombardearle, etcétera: depende del plan. Reconforta pensar que, incluso sin plan, los hombres están y siempre estarán dispuestos a matar, torturar, incinerar, exiliar, esterilizar, descuartizar, bombardear, etcétera.

Aaron Rosenblum, nacido en Danzig, crecido en Birmingham, también había decidido hacer feliz a la humanidad; los daños que provocó no fueron inmediatos: publicó un libro sobre el tema, pero el libro permaneció largo tiempo ignorado y no tuvo muchos seguidores. De haberlos tenido, tal vez no existiría ahora ni una sola patata en Europa, ni un farol en las calles, ni una pluma de metal, ni un piano.

La idea de Aaron Rosenblum era extremadamente sencilla; él no fue el primero en concebirla, pero sí el primero en llevarla hasta sus últimas consecuencias. Sobre el papel, únicamente, porque la humanidad no siempre desea hacer lo que debe hacer para ser feliz, o para lograrlo prefiere elegir sus propios caminos, que en cualquier caso, al igual que los mejores planes globales, también suponen matanzas, torturas, cárceles, exilios, descuartizamientos, guerras. Cronológicamente, la utopía de Rosenblum no fue afortunada: el libro que debía hacerla famosa, Back to Happiness or On to Hell (Atrás hacia la felicidad o adelante hacia el infierno) apareció en 1940, precisamente cuando el mundo pensante estaba mayoritariamente entregado a defenderse de otro plan, no menos utopista, de reforma social, de reforma total.

Rosenblum había comenzado por preguntarse: ¿Cuál ha sido el período más feliz de la historia mundial? Considerándose inglés, y como tal depositario de una tradición perfectamente definida, decidió que el período más feliz de la historia había sido el reino de Isabel, bajo la sabia conducción de Lord Burghley. Entre otras cosas, había producido a Shakespeare; entre otras cosas, en aquel período Inglaterra había descubierto América; entre otras cosas, en aquel período la Iglesia Católica había sido derrotada para siempre y obligada a refugiarse en el lejano Mediterráneo. Rosenblum llevaba muchos años siendo miembro de la Alta Iglesia protestante anglicana.

Así que el plan de Back to Happiness era el siguiente: devolver el mundo a 1580. Abolir el carbón, las máquinas, los motores, la luz eléctrica, el maíz, el petróleo, el cinematógrafo, las carreteras asfaltadas, los periódicos, los Estados Unidos, los aviones, el voto, el gas, los papagayos, las motocicletas, los Derechos del Hombre, los tomates, los buques de vapor, la industria siderúrgica, la industria farmacéutica, Newton y la gravitación, Milton y Dickens, los pavos, la cirugía, los trenes, el aluminio, los museos, las anilinas, el guano, el celuloide, Bélgica, la dinamita, los fines de semana, el siglo XVII, el siglo XVIII, el siglo XIX y el siglo XX, la enseñanza obligatoria, los puentes de hierro, el tranvía, la artillería ligera, los desinfectantes, el café. El tabaco podía permanecer, dado que Raleigh fumaba.

Viceversa había que reinstaurar: el manicomio para los deudores; la horca para los ladrones; la esclavitud para los negros; la hoguera para las brujas; los diez años de servicio militar obligatorio; la costumbre de abandonar a los recién nacidos en la calle el mismo día del nacimiento; las antorchas y las velas; la costumbre de comer con sombrero y con cuchillo; el uso de la espada, del espadín y del puñal; la caza con arco; el bandidaje en los bosques; la persecución de los hebreos; el estudio del latín; la prohibición a las mujeres de pisar el escenario; los ataques de los bucaneros a los galeones españoles; la utilización del caballo como medio de transporte y del buey como fuerza motriz; la institución del mayorazgo; los caballeros de Malta en Malta; la lógica escolástica; la peste, la viruela y el tifus como medios de control de la población; el respeto a la nobleza; el barro y los lodazales en las calles del centro; las construcciones de madera; la cría de cisnes en el Támesis y de halcones en los castillos; la alquimia como pasatiempo; la astrología como ciencia; la institución del vasallaje; la ordalía en los tribunales; el laúd en las casas y las trompas al aire libre; los torneos, las corazas adamascadas y las cotas de mallas; en suma, el pasado.

Ahora bien, hasta para los ojos de Rosenblum resultaba obvio que la puesta a punto y ordenada realización de dicha utopía, en 1940, exigiría tiempo y paciencia, además de la colaboración entusiasta de la parte más influyente de la opinión pública. Es cierto que Adolfo Hitler parecía dispuesto a facilitar al menos la obtención de algunos de los puntos más comprometidos del proyecto, sobre todo los que se referían a las eliminaciones; pero, en tanto que buen cristiano, Aaron Rosenblum no podía dejar de observar que el jefe de Estado alemán se estaba dejando arrastrar excesivamente por tareas a fin de cuentas secundarias, como la supresión de los hebreos, en lugar de ocuparse seriamente de contener a los turcos, por ejemplo, o de organizar torneos, o de difundir la sífilis, o de hacer miniar los misales.

Por otra parte, aunque estuviese tendiéndoles constantemente la mano, Hitler parecía alimentar a escondidas una cierta hostilidad respecto a los ingleses. Rosenblum comprendió que tenía que hacerlo todo por su cuenta; movilizar por su cuenta la opinión pública, solicitar firmas y adhesiones de científicos, sociólogos, ecologistas, escritores, artistas, amantes del pasado en general. Sin embargo, tres meses después de la publicación del libro, el autor fue reclutado por el Servicio Civil de la Guerra como vigilante de un almacén de nula importancia en la zona más deshabitada de la costa de Yorhshire. No disponía ni de un teléfono: su utopía corría el peligro de hundirse en la arena.

Sin embargo, en la arena se hundió él, de manera insólita: mientras paseaba por la playa recogiendo almejas y otros artículos propios del siglo XVI para el desayuno, en el curso de un ataque aéreo realizado evidentemente a título de ejercicio, desapareció lacerado en un agujero y sus fragmentos fueron inmediatamente recubiertos por el mar.

Ya se ha hablado de la vocación mortífera de los utopistas; hasta la bomba que le destruyó respondía a una utopía, no tan dispar a la suya, si bien aparentemente más violenta. En su esencia, el plan de Rosenblum se basaba en el enrarecimiento progresivo del presente. Partiendo no de Birmingham, que era demasiado negra y habría necesitado al menos un siglo de limpieza, sino de un pequeño centro periférico como Pensace, en Cornualles, se trataba simplemente de delimitar una zona —tal vez adquiriéndola con los fondos de la Sixteenth Century Society, aún por fundar— para proceder después a la exclusión en el área de saneamiento, con minucioso valor, de todo y cualquier objeto o costumbre o forma o música o vocablo que se remontara a los siglos incriminados, o sea XVII, XVIII, XIX y XX. La lista bastante completa de los objetos, conceptos, manifestaciones y fenómenos a eliminar llena cuatro capítulos del libro de Rosenblum.

Al mismo tiempo, la sociedad e institución patrocinadora, es decir la Sixteenth Century Society, procedería a insertar todo lo que ya se ha mencionado —bandidos, velas, espadas, burros de carga, y así sucesivamente durante otros cuatro capítulos del libro—, lo que debería bastar para convertir a la colonia naciente en un paraíso, o en algo muy semejante a un paraíso. La gente de Londres acudiría en tropel para sumergirse en el siglo XVI; la suciedad consiguiente comenzaría inmediatamente a operar una primera selección natural, necesaria como mínimo para devolver la población a los niveles de 1580.

Con las aportaciones de los visitantes y de los nuevos inscritos, la Sixteenth Century Society se encontraría capacitada, por consiguiente, para ampliar poco a poco su campo de acción, extendiéndose hasta Londres. Limpiar Londres de cuatro siglos de construcciones y manufacturados de hierro era un problema que había que resolver aparte, convocando tal vez un concurso de proyectos abierto a todos los jóvenes amantes del pasado. Pero algo en este sentido parecía tener ya en la mente el otro utopista, el del otro lado del Canal de la Mancha; en la duda, Rosenblum optaba por el cerco: es posible que un mero cinturón del siglo XVI en torno a la capital bastara para conseguir que todo se derrumbara.

El plan avanzaba después rápidamente hasta cubrir toda Inglaterra y, desde Inglaterra, Europa. En realidad, los dos utopistas tendían por diferentes caminos hacia la misma meta: asegurar la felicidad del género humano. Con el tiempo, la utopía de Hitler ha caído en el descrédito que todos saben. La de Rosenblum, en cambio, reaparece periódicamente, bajo disfraces diferentes: hay quien tiende hacia la Edad Media, quien al Imperio Romano, otros al Estado Natural, y Grünblatt incluso es partidario del retorno al Mono. Si se resta de la población actual del mundo la población presunta del período elegido, se conoce el número de millones de personas, o de homínidos, condenados a desaparecer, según el plan. Estas propuestas prosperan; el espíritu de Rosenblum sigue recorriendo Europa.

J. RODOLFO WILCOCK "La sinagoga de lo iconoclastas"


* "Entre paréntesis" de Roberto Bolaño recoge una entusiasta reseña de este maravilloso libro de Wilcock, en el que con gran imaginación despliega una galería de "iconoclastas" a veces absurdos inventores (¿reales o ficticios? Da lo mismo) que, igual que Aaron Rosenblum, persiguen su propia utopía.

También Vila-Matas ha hablado de este libro en alguna ocasión que otra...Si queréis disfrutar de una lectura interesante os recomiendo este libro, es realmente divertido.

20 comentarios:

conde-duque dijo...

Lo cogí en la biblioteca cuando lo mencionaste aquí hace unos meses. Surrealista total. También leí otro de este mismo autor: "El esteroscopio de los solitarios". Ya sólo por los títulos uno se puede hacer una idea...

conde-duque dijo...

estereoscopio, quería decir

desconvencida dijo...

Conde-duque, sí que es surrealista... he querido copiar este texto aqui (un poco largo, pero merece la pena leerlo) para que todo el mundo se puede hacer una idea... con el que más me reí fue con el del inventor de un diccionario consecutivo en francés que a la vez es una novela picante ambientada en un convento, ¡casi lloro de risa!

No he leído nada más de Wilcock, a ver si tienen algo más en la biblioteca....

Anónimo dijo...

No hay nada más temible que la gente que quiere hacernos felices, incluso a nuestro pesar!!

En Rusia, después de la Revolución, hubo muchísima gente con depresiones que fueron internados en psiquiátricos, claro, no podían entender que alguien no fuera feliz una vez instaurado el paraíso en la tierra!!!

apuntado queda el libro!!!

desconvencida dijo...

alain, te doy toda la razón...

A ver si te gusta el libro, ya me dirás :)

Lost in Translation dijo...

jolin con el ingles jaajajaaj!!!!

desconvencida dijo...

jajaja, vaya elemento sí, no sé si me da más pavor la lista de cosas que pretendía suprimir o las que pretendía instaurar :D

Emily dijo...

Un poco arriesgado, las mujeres volveríamos a estar calladas, y a mi no me calla nadie! que fuerte que él desapareciera en la arena..

Anónimo dijo...

Querida A.,

¡Me encanta! En cuanto vuelva a España, lo pillo enseguida donde sea. La utopía de Rosenblum me recuerda a una peli -o quizá sea la peli la que recuerde al libro, porque es bastante posterior- en la que un grupo de hombres amantes del siglo XVIII crean una comunidad aislada del resto del mundo en un lugar apartado y donde todo es como en esa época -menudo rodeo para no decir el nombre de la peli... buf-.
Qué magia tan fascinante, la de estos Wilock, Borges o Vila Matas. La realidad no es suficiente para ellos, así que se inventan otra para confundir ambas. Muy interesante también el artículo de Vila-Matas. Y si Bolaño dice de Wilock lo que dice, es para creérselo. Gracias!

desconvencida dijo...

Di que si, Emily, tampoco podríamos votar! :).

C. ¿quien eres? No caigo... Soy un poco mala para las iniciales, jajaja :D

Casi se me escapa a mi también el nombre de esa película, pensé que no te acordabas... mejor no lo decimos por si alguien no la ha visto....

Las alabanzas de Bolaño hacia esta novela (estuve a punto de copiar la reseña, pero no quería aburriros) son totalmente merecidas.

atikus dijo...

Los hay pirados eh!! bueno la verdad es que no todos los locos están por las islas jeje..

Un poco largo pero muy bueno, quizás algún día busco el libro y todo!!

Anónimo dijo...

Se podría proponer el retorno a la ameba original, pero mucho me temo que seguiríamos siendo igual de estúpidos.

Todo bien, espero. A ver si me pongo al día en cuanto pueda.

PD: Hay cosas que no cambian... como los reparos de tu blog hacia mis bobos comentarios. Vamos a por el tercer intento.

El detective amaestrado dijo...

Yo también llegué a ese libro y a ese autor por Bolaño, y quedé encantado...Es un tipo curiosísimo, que además escribía en italiano...Intenté buscar el otro que dice Conde, pero no lo encontré...Coincido contigo, su lectura es garantía de un buen rato.
(Cada día le debo más y más a Bolaño...)

koolauleproso dijo...

Desconocía totalmente el autor y la novela, pero has conseguido abrirme el apetito. Estoy deseando llegar a la biblioteca (una de mis actividades preferidas), sumergirme en la sección de autores hispanoamericanos y encontrar ese preciado tesoro. Gracias, desconvencida

desconvencida dijo...

atikus, ¡búscalo! creo que sólo hay dos ediciones de la novela, la que yo he leído es la primera y la saqué de la Biblioteca General de Navarra pero tengo intención de comprármelo algún día...

Alex, ¡qué bueno que viniste! Se echaban de menos tus comentarios por aquí... Ahora que sé que has vuelto es hora de ultimar un post que tengo en el "horno" sobre cierta película que me recomendaste, permanece atento ;).

Detective, ambos nos sentimos deudores con Bolaño, lástima que nunca podamos agradecérselo en persona :(

Koolauleproso, espero que te guste el libro, ya me dirás ....

Anónimo dijo...

érase una vez, hace mucho tiempo...
(bueno, no tanto...)
c. le escribió un mail a a. y le contó un cuento de Ibáñez Serrador que ella ya había leído ;)
Y c., pues bueno, se llama Carlos y firma así porque...
a)¿es vago para escribirlo todo?
b)¿un día le dio por poner eso y así se quedó?
c)¿Alguien, alguna vez, lo llamó así y así se le quedó?

Cualquiera de las tres podría ser buena :)
Aparte, te diré que tiene ojos y boca y pelo y gafas y esas cosas, jajaja.
Besos y gracias por tus posts.

desconvencida dijo...

C. ¡ahora caigo! Miserio resuelto entonces :)

Anónimo dijo...

necesito comprar la singagoa de los iconoclastas, por favor, quien me puede ayudaR?

desconvencida dijo...

hola Hugo, hace tiempo lo compré en una librería de Iberlibro, pero acabo de mirar y no lo tiene ninguna ahora, prueba en alguna web de librerías de segunda mano, es un libro que está agotado en la editorial... Anagrama va a sacar ahora una colección de libros suyos reeditados, quizás haya suerte!

Anónimo dijo...

Acá pueden encontrar la biografía de Llorenc Riber, el peor director de teatro de España, que gustaba de los conejos y de montar obras basadas en cuadernos filosóficos y usar fenómenos de circo como actores:
http://www.apocatastasis.com/literatura/sinagoga-iconoclastas-llorenc-riber-wilcock/

 
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