martes, 27 de junio de 2006

EL TÚNEL



Queda también silencio entre nosotros,
silencio
y este beso igual que un largo túnel.

JAIME GIL DE BIEDMA


"El túnel" (1.948) de Ernesto Sábato es todo un clásico de la literatura hispanoamericana. Es una novela corta, fácil de leer, en la que su protagonista, el pintor Juan Pablo Castel (de rasgos celopáticos y algo psicópatas, todo hay que decirlo), narra en primera persona su pasión por María Iribarne y cómo esta pasión le lleva a darle muerte, lo que nos revela desde la primera línea del libro.

Me encanta la manera en que se conocen, ella es la única persona que se fija en un pequeño detalle de un cuadro que él ha expuesto:

"En el Salón de Primavera de 1946 presenté un cuadro llamado Maternidad. Era por el estilo de muchos otros anteriores : como dicen los críticos en su insoportable dialecto, era sólido, estaba bien arquitecturado. Tenía, en fin, los atributos que esos charlatanes encontraban siempre en mis telas, incluyendo "cierta cosa profundamente intelectual". Pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y absoluta.Nadie se fijó en esta escena; pasaban la mirada por encima, como por algo secundario, probablemente decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció comprender que esa escena constituía algo esencial. Fue el día de la inauguración. Una muchacha desconocida estuvo mucho tiempo delante de mi cuadro sin dar importancia, en apariencia, a la gran mujer en primer plano, la mujer que miraba jugar al niño. En cambio, miró fijamente la escena de la ventana y mientras lo hacía tuve la seguridad de que estaba aislada del mundo entero; no vio ni oyó a la gente que pasaba o se detenía frente a mi tela.La observé todo el tiempo con ansiedad. Después desapareció en la multitud, mientras yo vacilaba entre un miedo invencible y un angustioso deseo de llamarla. ¿Miedo de qué? Quizá, algo así como miedo de jugar todo el dinero de que se dispone en la vida a un solo número. Sin embargo, cuando desapareció, me sentí irritado, infeliz, pensando que podría no verla más, perdida entre los millones de habitantes anónimos de Buenos Aires.Esa noche volví a casa nervioso, descontento, triste.Hasta que se clausuró el salón, fui todos los días y me colocaba suficientemente cerca para reconocer a las personas que se detenían frente a mi cuadro. Pero no volvió a aparecer.Durante los meses que siguieron, sólo pensé en ella, en la posibilidad de volver a verla. Y, en cierto modo, sólo pinté para ella. Fue como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda mi obra. "

Pronto se convierten en amantes, pero igual de rápido surgen las inseguridades de él ante la aparente vida "alegre" de ella, Castel ha encontrado la mujer que cree que le complementa y le comprende y no puede soportar tener que compartirla con otros hombres:

"A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad."

Y por último,como siempre... el azar:

"Existen en la sociedad estratos horizontales, formados por las personas de gustos semejantes y en estos estratos los encuentros casuales no son raros, sobre todo cuando la causa de la estratificación es alguna característica de minorías (...) Me ha sucedido encontrar una persona en un barrio de Berlín, luego en un pequeño lugar casi desconocido de Italia y, finalmente en una librería de Buenos Aires. ¿Es razonable atribuir al azar estos encuentros repetidos?Pero estoy diciendo una trivialidad: lo sabe cualquier persona aficionada a la música, al esperanto, al espiritismo. "

(...)


- "Usted se sonroja porque me ha reconocido. Y usted cree que esto es una casualidad, pero no es una casualidad, nunca hay casualidades. He pensado en usted varios meses. Hoy la encontré por la calle y la seguí. Tengo algo importante que preguntarle, algo referente a la ventanita, ¿comprende? "


*SALVADOR DALÍ. Muchacha en la ventana

7 comentarios:

Anónimo dijo...

es que si, solo buenos comentarios oigo de esta novela, fijo la leo.

Anónimo dijo...

Me encanta el cuadro de Dalí (¿es de su juventud, no?). Es de los más evocadores que conozco... Me quedaría mirando el mar ahí, junto a ella (mi brazo sobre su hombro), para siempre...

Anónimo dijo...

Es una perdida de tiempo ese libro.

desconvencida dijo...

bufalino, sí que es uno de sus cuadros de juventud, es de 1.925.

anónimo, ¿por qué te parece una pérdida de tiempo leer esta novela? cuéntanos...

Porsela dijo...

Mi madre tiene una lámina de este cuadro colgado en el salón. A mí siempre me ha inspirado algo así como la nostalgia de lo que nunca se tuvo, de lo que la imaginación sabe que existe al otro lado pero que se tiene consciencia que nunca se conocerá, quizás influenciada por el hecho de que me es inevitable asociar este cuadro a mi madre... para mí la muchacha en la ventana siempre será ella.

desconvencida dijo...

Me ha gustado mucho tu comentario, Porsela :)

Anónimo dijo...

extensos detalles pero buen libro para leer

 
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