martes, 13 de junio de 2006

BRUJAS

Los que leeis este blog ya os habréis dado cuenta de que me gusta mucho el tema de las brujas (sorgiñas, meigas...) ya que anteriormente (ver: Dies Irae y Juana de Arco) he hablado de las pobres mujeres a las que símplemente por el hecho de ser diferentes, de vivir en una época oscuridad e ignorancia eran quemadas en una hoguera, después de ser torturadas, siendo utilizadas así por los Tribunales Inquisitoriales de distinto signo para someter al pueblo bajo la tiranía del miedo y del terror. Por supuesto, cazas de "brujas" las ha habido siempre, y sino que se lo pregunten al Senador Mc Arthy, que hábilmente supo emplear los convenientes mecanismos de miedo y delación en su famosa Caza de Brujas, me remito entre otras a "Buenas noches y buena suerte" de George Clooney o al libro que estoy leyendo justo ahora "Me casé con un comunista" de Philip Roth.

"Catalina, vivamente estrechada por los medios que tenemos en nuestro poder para hacer decir la verdad, después de haber protestado largamente de su inocencia y tras haber realizado numerosos juramentos en falso, ha sido convicta de todos los crímenes de los que la sospechábamos autora. Hacía caer granizo sobre los campos de aquellos a quienes no quería, hacía que se pudrieran los trigos, merced a una niebla pestilencial, y que se helaran las viñas. Producía enfermedades mortales en los bueyes y ovejas de sus vecinos por los beneficios que esto le reportaba. Por la misma causa produjo la muerte de sus tías, pues las había de heredar, exponiendo al fuego lento, suave, unas imágenes de cera vestidas con alguna de sus camisas, de suerte que la vida de aquellas desgraciadas mujeres se consumía a medida que las dos estatuas se fundían en el brasero".

(Texto sacado de los archivos de la Inquisición de Toulouse, S.XIV, y citado por Julio Caro Baroja en Las brujas y su mundo.)

DANFORTH: Señor Proctor, necesito una prueba fehaciente y legal de que usted...
PROCTOR: ¡Usted es el tribunal supremo, su palabra es suficientemente buena! Dígales que he confesado; diga que Proctor cayó de rodillas y lloró como una mujer; diga lo que quiera, pero mi nombre no...
DANFORTH (desconfiado): Es lo mismo que yo lo anuncie o que usted lo firme, ¿no?
PROCTOR (aunque sabe que es una locura): ¡No, no es lo mismo! ¡Lo que otros digan y lo que yo firme no es lo mismo!
DANFORTH: ¿Cómo? ¿Se propone negar esta confesión cuando quede en libertad?
PROCTOR: ¡No me propongo negar nada!
DANFORTH: En ese caso, explíqueme, señor Proctor, por qué no quiere...
PROCTOR (con un grito de toda el alma): ¡Porque ahí está mi nombre! ¡Porque no tendré otro mientras viva! ¡Porque he mentido y he firmado mentiras! ¡Porque no merezco besar el polvo que pisan los pies de los que van a ser ahorcados! ¿Cómo voy a vivir sin mi nombre? ¡Le he entregado el alma, déjeme al menos mi nombre!
DANFORTH (señalando a la confesión que Proctor tiene en la mano): ¿Es una mentira ese documento? ¡Porque si lo es, no lo aceptaré! ¿Qué me responde? ¡No me ocupo de mentiras, señor mío! (Proctor permanece inmóvil.) O me entrega una confesión sincera o no podré salvarlo de la horca. (Proctor no contesta.) ¿Qué camino elige, señor mío?
(El pecho anhelante, la mirada perdida, Proctor rasga la confesión y hace un rebujo con ella, mientras llora, furioso, pero erguido.)
DANFORTH: ¡Alguacil!
PARRIS (histérico, como si su vida dependiera del papel destruido): ¡Proctor, Proctor!
HALE: ¡Le ahorcarán! ¡No puede hacer eso!
PROCTOR (con los ojos arrasados en lágrimas): Sí puedo. Y ése es su primer prodigio, reverendo, que sí puedo. Ha conseguido que funcione su magia, señor Hale, porque ahora me parece que veo una pizca de decencia en John Proctor. No lo bastante para tejer un estandarte con ella, pero sí lo bastante limpia como para no querer que la manchen semejantes perros. (Elizabeth, en un estallido de terror, corre a él y llora, la mejilla apoyada contra su mano.) ¡No les regales ni una lágrima! ¡Las lágrimas les agradan! ¡Muéstrales honor, muéstrales un corazón de piedra y húndelos con él! (La incorpora y la besa con gran pasión.)


ARTHUR MILLER "Las brujas de Salem/El Crisol".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

deberiamos cazar a los cazadores? No lo se, y tal vez no sea correcto, pero vaya que seria interesante.

desconvencida dijo...

Muy interesante, si, ver sus caras cuando se les aplican sus mismos métodos..

Por cierto, bienvenido, billy shears, me has dejado en una sola tarde un montón de comentarios, así da gusto :)

 
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