lunes, 19 de enero de 2009

EN LOS BOSQUES DE PENNSYLVANIA


Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
—sinfónica explosión donde hubo nidos—,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.

GLORIA FUERTES


* Fotografía tomada en la Selva de Irati (Navarra).

** ¿Has olvidado que el bosque es tu hogar?

5 comentarios:

dvd dijo...

Precioso homenaje al hermano silencioso... Me viene a la cabeza esa paradoja filosófica que habla muy certeramente sobre la existencia en función del "otro"... Si un árbol cae y nadie lo ve... ¿existe ese árbol?

Mondo Gitane dijo...

Esa Selva para echarse unos kilómetros debe ser lo más, por lo que se ve en la afoto... y yo entrenando por los políganos de Fuenla... ay

desconvencida dijo...

* Siempre me ha llamado la atención esa paradoja, dvd :)

* Es estupenda, Mondo, le invito a visitarla cuando quiera!! Es una verdadera maravilla, sobre todo en primavera y verano...

Mad Hatter dijo...

Pues yo me he acordado de otra paradoja: "A veces los árboles no nos dejan ver el bosque".
Bonita poesía, y excelente oportunidad para recordar al olvidado mundo forestal.
Es una excursión que tengo pendiente, la de la selva de Irati, aunque creo que iría en otoño, tiene que ser una preciosidad con todos esos colores, y con todas esas setas (je, je).
Saludos muy forestales.

Anónimo dijo...

Leyendo aquel posteo sobre el bosque (Olvido) y los demenciales comentarios que dejé he recordado muchas cosas. Muchos momentos. Tu blog actúa a la manera del fósforo para los desmemoriados.

Y como dice dvd, si nadie piensa en ti ni siquiera existes. Es un hecho. Imagina a Gloria Fuertes en su apartamento de Madrid rodeada de libros y recuerdos. Era un niño entonces pero siempre que la veía en televisión me transmitía una soledad terrible.

Precioso poema. Bonito posteo, Amaya.

 
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