"Se comprenderá que un suceso tan fulminante y deplorable, desarrollado ante nuestros ojos, era como para conmover violentamente la sensibilidad de personas acostumbradas a una existencia ociosa, exenta de preocupaciones. Pero la disputa que después estalló tan vehemente en nuestra mesa llegando a los límites de la violencia, si bien tenía como punto de partida el extraño incidente, en el fondo era una divergencia de principios, una lucha enconada entre formas muy opuestas de sentir y concebir la vida. Por indiscreción de una de las camareras que había leído la carta - quizá el desesperado marido, ciego de cólera, después de estrujarla entre sus manos, la arrojó al suelo, sin reparar en lo que hacía -, circuló con rapidez la noticia de que madame Henriette no se había marchado sola, sino en compañía del joven francés, lo que hizo que la simpatía por éste desapareciese rápidamente entre la mayor parte de los huéspedes. Al punto quedó en evidencia que aquella madame Bovary de tercer orden había cambiado su cachaciento marido provinciano por el apuesto y elegante Adonis. Pero lo que en la pensión sorprendía sobremanera era que ni el fabricante, ni sus hijas, ni la misma madame Henriette, hubieran hasta entonces visto a ese Lovelace, y que por consiguiente, las dos horas de conversación en la terraza y la hora en que tomaron café en el jardín fueron suficientes para decidir a una mujer de unos treinta y tres años, de todos respetada a abandonar al esposo y sus hijas para seguir a un desconocido. Este hecho, en apariencia evidente, era generalmente rechazado en nuestra mesa, considerándolo como una estratagema, cual un pérfido engaño de los amantes; no cabía duda de que madame Henriette hacía tiempo que sostenía relaciones secretas con el joven, el cual había venido sólo para ultimar los detalles de la huída; porque era, según ellos, absolutamente imposible que una mujer decente, tras un efímero galanteo de dos horas, se fugase tan descaradamente, a la primera indicación.
Pero a mí me resultaba y, por consiguiente, enérgicamente, la posibilidad y hasta la verosimilitud de que una señora, luego de varios años de matrimonio, decepcionada, hastiada, se sintiese íntimamente predispuesta a correr una aventura de tal género. Debido a mi oposición inesperada, se generalizó la discusión rápidamente subiendo de tono, en particular porque los dos matrimonios, el alemán y el italiano, consideraban un desatino creer en el flechazo, y lo rechazaban con menosprecio ofensivo, como una fantasía de novela de pésimo gusto."
STEPHAN ZWEIG "Veinticuatro horas en la vida de una mujer"
4 comentarios:
Espléndido, sutil y elegante, como todo lo que escribe este hombre. Me ha encantado.
Tengo ganas de hacerme con él, esta editorial que tú me descubriste a raiz de "Carta de una deconocida" guarda verdaderas delicias. Me gusta Stephan Zweig.
* Así es, Jaime Sirvent, este hombre tenía una manera brillante de escribir, única, todas sus novelas son una delicia, te recomiendo esta, muy corta pero muy intensa, habla sobre la desgracia de una mujer enamorada de un ludópata más joven que ella... todo un dramón....
* Xabipop, Narrativa del Acantilado es una delicia de editorial, creo que ya tienen toda la obra de Zweig publicada (o gran parte de ella) incluida su autobiografía "El mundo de ayer" que me ha recomendado mucha gente y que aún no he leído...
Curiosamente, desde hace días estoy leyendo "Noche Fantástica", una selección de cuentos de Zweig. También leí, no hace mucho tiempo, "Carta de una Desconocida" editado, como "Noche Fantástica" por Narrativa del Acantilado. Hermosamente editado, diría. Son libros a los que gusta acariciar.
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