"Dice el diccionario que es puntual quien hace una cosa exactamente en el momento señalado. Eso quiere decir que, si quedas citado a las siete, eres puntual si te presentas a las siete. Hasta aquí, todo claro. Lo que ya no queda tan claro es cómo definir a quien, habiendo quedado citado a las siete, a las seis ya está dando vueltas por las calles cercanas a la del lugar del encuentro, y a las seis y media se para al lado del quiosco, que es el lugar acordado, más que nada porque es viernes y los viernes los quioscos florecen como jardines en tiempo de primavera: todos los periódicos de fin de semana aparecen de golpe, y a la hora de esperar hay pocas cosas más distraídas que observar lentamente portadas de revistas (y de libros, que llenan los escaparates laterales). A las siete menos cuarto, sin embargo, ya están vistas todas las portadas y, como todavía falta un cuarto de hora, no queda otro remedio que comprar finalmente una revista o un periódico y hojearlo perezosamente. Cuando llegas a la última línea de la última columna de la última página (que es la única que hay que leer: la de entretenimiento), son las siete y no hay ninguna razón para sentirte cansado de esperar, ya que en realidad la espera todavía no ha empezado.
El tal individuo, que es puntual (está en el sitio exactamente en el momento señalado) y al mismo tiempo impuntual (había llegado al sitio antes de tiempo: no exactamente en el momento señalado, pues) soy, en este caso, yo, que continúo sin saber cómo definir esta impuntual puntualidad exacerbada que arrastro desde pequeño, para desgracia mía y sorpresa de las personas con quienes me cito, que acostumbran a ser obsesivamente impuntuales.
Ser impuntual puede querer decir quedar a las siete y presentarse a las siete y un minuto, o a las siete y cinco minutos, o a las siete y cuarto, o a las siete y media, o a las nueve, o a las diez. (Que muchos impuntuales lo son porque disfrutan haciéndose esperar es tan obvio que no hay que darle más vueltas.) Si, finalmente, la persona con quien te citas acaba por no presentarse, entonces deja automáticamente de ser impuntual para convertirse en un, o una, caradura. Si, afortunadamente, conocéis las costumbres de aquel a quien esperáis, podéis clasificarlo en la categoría adecuada, e incluso excusarle un retraso (o sorprenderos de una puntualidad fuera de lo común, o preocuparos por un accidente que no ha existido).
Si no conocéis sus hábitos en las citas, el riesgo y la aventura se abren ante vuestro futuro inmediato y, muy probablemente, os convertiréis durante un largo rato en un maniquí impertérrito que se apoya en muros y farolas, maquinando deliciosas venganzas y clasificando, a modo de distracción, todos los tipos de puntual e impuntual con que los hados nos enfrentan a lo largo de la vida."
QUIM MONZÓ “Ochenta y seis cuentos”
* Imagino que muchos os sentiréis identificados con este texto. Yo personalmente cada día soy más impuntual (aunque me de un poco de vergüenza admitirlo) , es lo que tiene vivir cerca de todo, normalmente salgo a la hora en la que he quedado, mis amigos empiezan a estar hartos de mi...
23 comentarios:
Jajajaja Me has hecho sonrojar con lo de la impuntualidad
Entonces es que eres de los míos... ;)
Sí, sí, bien que lo sufriste...
De todas formas, prefiero esperar a ser esperado.
ah, jajaja, bueno, en ese caso tenías una buena excusa, y si yo llegué antes fue por casualidad, que en Madrid con las distancias de metro ya sí que no controlo la hora de llegada...
Yo puestos a preferir, prefiero que me esperen (si lee esto alguno de mis amigos no me lo perdona, jajaja) lo de esperar puede llegar a des-esperar...
control ce control uve
Hacía un frío de mil demonios. Me había citado a las siete y cuarto en la esquina del Venusitano Carranza y San Juan de Letrán.
No soy de esos hombres absurdos que adoran el reloj reverenciándolo como una deidad inalterable. Comprendo que el tiempo es elástico y cuando le dicen a uno a las siete y cuarto, lo mismo da sean las siete y media.
Tengo un criterio amplio para todas las cosas, siempre he sido un hombre tolerante: un liberal de la vieja escuela. Pero hay cosas que no se pueden aguantar por muy liberal que uno sea. Que yo sea puntual a las citas no obliga a los demás sino hasta cierto punto; pero ustedes reconocerán conmigo que éste punto existe.
Ya dije que hacía un frío espantoso. Y aquella condenada esquina estaba abierta a los cuatro vientos.
Las siete y media, las ocho menos veinte, las ocho menos diez, las ocho. Es natural que ustedes se pregunten porqué no le dejé plantado. La cosa es muy sencilla: yo soy un hombre respetuoso de mi palabra, un poco chapado a la antigua, si ustedes quieren, pero cuando digo una cosa, la cumplo. Héctor me había citado a las siete y cuarto y no me cabe en la cabeza faltar a una cita.
Las ocho y cuarto, loas ocho y veinte, las ocho y veinticinco, las ocho y media; y Héctor sin venir. Yo estaba positivamente helado: me dolían los pies, me dolían las manos, me dolía el pecho, me dolía el pelo. La verdad es que si hubiese llevado mi abrigo café, lo más probable es que no hubiera sucedido nada. Pero ésas son las cosas del destino y les aseguro que a las tres de la tarde, hora en la que salí de casa, nadie podía suponer que se levantaría aquel viento.
Las nueve menos veinticinco, las nueve menos veinte, las nueve menos cuarto. Tránsido, amoratado.
Legó a las nueve menos diez: tranquilo, sonriente y satisfecho. Con su grueso abrigo gris y sus guantes forrados:
- ¡Hola, amigo!
Así, sin más. No lo pude remediar: le empujé bajo el tren que pasaba.
Max Aub. Crimenes ejemplares
jajaja, otto, me ha encantado... :)
pd, ¿sigues en huelga de "t caída" ?
jajaja, estoy releyéndolo de nuevo, me encanta eso de "me dolía el pelo", ¡genial Max Aub! (siempre me gustó su nombre)
Yo de mayor estoy aprendiendo tambien a ser Maurice Lacroix, el hombre impuntual :)
Soy impuntual. Intento por remediarlo pero no puedo. Me sonrojo y mis amigos también están hartos de mí.
Lo de ser impuntual es una desgracia, te conviertes en el centro de todas las miradas, te ves obligado a dar miles de explicaciones, se hartan de tí, te citan media hora antes, te dejan plantado y, en el peor de los casos hasta te pueden tirar al tren...
Yo lo he sido toda mi vida. No sé cómo porque siempre voy pendiente del reloj para no llegar tarde, pero de repente se acelera el cabrón y resulta que ha pasado media hora en un segundo.
A punto he estado de quedarme sin amigos, pero ocurrió el milagro: empezaron a tener hijos.
Ahora sigo llegando tarde, pero llego siempre la primera :)
yo aunque sepa que el otro llegará tarde, soy puntual, soy gilipollas.
En Madrid el concpeto de puntualidad depende de demasiados factores externos como para implicar la personalidad de nadie en ello, me temo :)
Narrador, hay impuntuales de nacimiento, otros nos hacemos impuntuales, por lo que veo... yo antes siempre llegaba a tiempo a todas partes, ahora no...
Billywild, lo tuyo es toda una confesión, creemos el Club de Impuntuales Anónimos (o no tanto) ya mismo! jajaja :)
jaja, chiado, en mi caso tiene más delito porque soy una persona que mira constantemente el reloj, muchas veces cada hora...
maite, hoy estás en minoría ;)
No Surrender, tienes toda la razón, pero en Pamplona no existe esa excusa!
Depende de con quién se quede...
está bien ser impuntual cuando sabes que la otra persona también va a serlo...
pero creo que prefiero ser puntual cuando sé que me va a gustar ver llegar a la otra persona...
Pues yo soy de los que llega corriendo y con la lengua fuera... Pero puntual.
Ya estoy aquí!
A pesar de Monzó, la única forma de ser puntual es llegar antes!!!
yo soy un impuntual reinsertado (es posible), todavía hay veces que sucumbo, pero de cuartito de hora no más (preferiblemente con acento mexicano).
Ya que ha salido el gran Max Aub, héte una de mis frases favoritas: "La ciudad es un libro que se lee con los pies"
La verdad es que parece que siempre ando con las minorías, …
En fin la verdad es que siempre he sido escrupulosamente puntual, supongo que esto puede llegar a ser un vicio pero en su justa medida es sin duda una actitud (creo yo) generosa o justa, bueno quizás me pase, pero la impuntualidad si es un acto de egoísmo, (en casos donde le puedes fastidiar a otra persona, si te fastidias tu pues tonto que eres)
Lo que también es cierto es que cuando una persona es sistemáticamente puntual, al final puede llegar a hacer que alguien como yo llegue a ser impuntual, tiene la cosa...!!
Me voy que no llego a arreglar el dvd!!
Rayuela, he de confesar que cuando he quedado con alguien especial siempre llego 5 minutos antes para verle llegar, como tú (si llegan a leer esto mis amigos me matan, jajaja).
Conde-duque, ya no puedes formar parte de nuestro club entonces...
vamos, alain, que te estás quitando de ser impuntual... mis impuntualidades normalmente no van más allá de los diez minutos, tampoco me gusta que la gente me espere media hora o una hora (aunque ahora que todos tenemos móvil en caso de retraso lo normal es que te dejen plantado con un sms diciendo dónde han ido).
atikus, como siempre tan sabio :)
No sé muy bién donde lo leí , pero hacia referencia a un estudio médico publicado en Nature o algo por el estilo. Explicaba que se había encontrado una razón científica a la impuntualidad . Descartando los casos de mala educación ,quedaba clasificada como una patologia de uno de nuestros hemisferios cerebrales (no me pregunteis cual).El caso es que los impuntuales lo són por la incapacidad de calibrar bién la cantidad de acciones que caben en un determinado intervalo de tiempo. A mi se me abrió el cielo con esta explicación. Y es que me ví a mi misma un cuarto de hora antes de acudir a una cita con la tranquilidad de estar perfectamente preparada para conseguir alisarme el pelo , coserme el dobladillo de aquella falda del verano pasado que debe estar en la caja azul del altillo , prepararme un te , mientras horneo un pastel de arándanos y dar una primera capa de barnizar el cuadro que finalmente estoy terminando...Que conste que me he corregido mucho.
jajaja, Mary Kate, ¡lo tuyo es hiperactividad! :D
Es un defecto que ya no podré corregir. Da igual lo que haga. Si he quedado a las diez, no importa que lo tenga todo listo una hora antes, llegaré tarde. En mi defensa diré que nunca me retraso más de cinco o diez minutos.
Eres de los míos también, bienvenido al club, como dije por ahí arriba mis retrasos no son más de 5 minutos, pero mira, hoy había quedado con una amiga que es más tardona que yo, y entre una cosa y otra he llegado 10 minutos tarde. Por supuesto ella no ha llegado hasta 10 minutos más tarde aún, es imposible llegar más tarde que ella, siempre me gana...
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