Es curiosa esta película de Marcel Carné, "Los niños del paraíso" (1.943), como si de una novela de Victor Hugo se tratase (muchos de sus personajes, sobre todo los más truhanes, me recordaban a algunos de "Los Miserables"), presenta el París de 1.840 desde detrás de las bambalinas de un teatro. Dos actores opuestos en sus métodos y maneras, el histriónico y cómico Fréderic y el mimo Baptiste, un hombre delicado y sensible (tan tierno que me recordó al Eduardo Manostijeras de Tim Burton, quien juraría que ha visto esta película), coinciden en enamorarse de la misma mujer, la bella Garance, con distinto éxito. La vida de los tres seguirá unida de una manera intermitente al pasar de los años, mientras vemos cómo los actores cambian y evolucionan en las interpretaciones de sus personajes. Lo que más me ha gustado es Jean-Louis Barrault, Baptiste, no soy aficionada a los mimos, pero éste era increíble, qué mirada tan maravillosa. Es una película larga (180 min.) como una novela decimonónica, que gustará mucho a los amantes del teatro.
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