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martes, 12 de enero de 2010

ERIC ROHMER


"Mi filosofía no ha cambiado ni creo que vaya a hacerlo. Siempre he pensado que una película merece la pena cuando se puede llegar a la esencialidad. También creo necesario dejar un espacio al azar. Y es entonces cuando se producen esos azares tan valiosos. Paradójicamente, en mis películas todo es fortuito... menos el azar. De ahí se deriva o se desprende que todos los riesgos de mi carrera, que han sido muchos, hayan estado siempre calculados. ¿Una nueva película? Bergman anunció muchas veces su última película, su retirada, su despedida. Pero cuántas últimas películas hizo, ¿no?"

ERIC ROHMER

* Hoy ha fallecido, a los 89 años, el cineasta francés Eric Rohmer. Recuerdo que la primera película que vi de él, en el año 2004, en mi clásico Cineclub de la A a la Z fue "La rodilla de Clara", no me gustó. No la entendí, no comprendí aquella larga (eterna) película de un tipo francés con barba que hablaba como un filósofo teorizando sobre la vida y sus conversaciones con una amiga sobre su obsesión por tocar la rodilla de la hija adolescente de otra amiga.



Lo cierto es que cuando, un par de años después, me compré de segunda mano la edición de Anagrama que recoge sus "Seis cuentos morales" entendí mejor lo que contaba con esa película. A partir de ahí me dejé fascinar por "Mi noche con Maud" (mi favorita), "El rayo verde", "Pauline en la playa", "La coleccionista", "El amigo de mi amiga", "La mujer del aviador"... tengo pendientes de ver sus "Cuentos de las cuatro estaciones". Rohmer sin duda era un cineasta como pocos, con una puesta en escena sencilla podía transmitir los sentimientos humanos más intensos.



* Fotograma de "El rayo verde" (1.986)

OTROS POST SOBRE ERIC ROHMER:

* EL RAYO VERDE
* MI NOCHE CON MAUD
* LA RODILLA DE CLARA

lunes, 21 de mayo de 2007

EL RAYO VERDE



"¿Habéis observado el sol cuando se pone en el horizonte del mar? Sí, sin duda alguna ¿Lo habéis seguido hasta que la parte superior del disco desaparece rozando la línea del horizonte? Es muy posible. Pero ¿Os habéis dado cuenta del fenómeno que se produce en el preciso instante en que el astro radiante lanza su último rayo, si el cielo está completamente despejado y transparente? ¡No, seguramente no! Pues bien, la primera vez que tengas ocasión- ¡se presenta tan raramente!- de hacer esta observación, no será, como podría presumirse un rayo rojo lo que herirá la retina de vuestros ojos, sino que será un rayo verde, pero un verde maravilloso, un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta. Un verde cuya naturaleza no se encuentra ni en los variados verdes de los vegetales, ni en las tonalidades de los mares más transparentes. Si existe el verde en el Paraíso, no puede ser mas que este verde, que es sin duda, el verdadero verde de la Esperanza".

JULIO VERNE "El rayo verde".

De esta novela del autor francés tomó Eric Rohmer la idea para esta película, "El rayo verde" (1.986) que forma parte de su serie "Comedias y proverbios" .


Delphine ha sufrido un desengaño amoroso del que no se recupera. Han pasado ya dos años de aquello y sus amigas le echan en cara que no reaccione y sea más práctica, que se enfrente a la vida en lugar de escudarse en una soledad "elegida". Le dicen que si ella no pone de su parte no va a aparecer ningún príncipe azul a su puerta. Ella responde autoengañándose: "Todo va bien, estoy un poco sola pero no por completo. En mi vida hay alguien, aunque ahora no nos veamos. Y eso es más importante para mi".

Pero la realidad, es que está tan estancada que símplemente el hecho de que una amiga le deje tirada dos semanas antes de las vacaciones, sin plan ni sitio a dónde ir, supone un problema vital inmenso. No se atreve a viajar sola a ninguna parte, pero tampoco quiere quedarse en París. Una amiga le propone que le acompañe a Cheburgo, es un plan con otras tres parejas, pero pronto se siente desplazada, entiende que no encaja en el plan, que no debería estar allí así que regresa a París.



Entonces se le ocurre pedir prestado a su ex-novio un apartamento que tiene en los Alpes, y tan colo unas horas después de su llegada, tras pasear por la montaña en completa soledad, entiende que ese tampoco es su sitio, se siente ridícula y regresa por segunda vez a París. Decide pasar el resto de sus vacaciones paseando sin rumbo por la ciudad, aunque un encuentro fortuito con una antigua amiga hace que ésta le proponga dejarle su apartamento de Biarritz.

Empieza otro viaje en solitario hasta esa ciudad costera, paseando por ella escucha por casualidad una conversación de unas mujeres sobre el fenómeno del Rayo Verde descrito en la novela de Verne, del que según dicen, quien llega a verlo puede llegar a entender sus sentimientos y los de los demás. Supongo que desde ese momento Delphine busca su rayo verde, en la esperanza de que pueda cambiar su vida.

Nuevamente, huye de Biarritz cuando su breve amistad con una chica sueca, que intenta que ella le siga el juego a la hora de ligar con otros dos chicos le hace sentir incómoda y fuera de lugar. Es en ese momento cuando la historia de Delphine comienza a cambiar (por fin), porque en la estación de tren (ya lo dije yo hace tiempo, nada como los trenes o las estaciones para conocer gente interesante, jaja) conoce a un chico interesante y decide arriesgarse por una vez en la vida, salir de su apatía total e ir a la búsqueda de ese rayo verde.



Con esta película, Rohmer me ha terminado por conquistar para siempre. Eso sí, es una película dura, no apta para corazones solitarios.

"Tú nunca has visto ese maldito rayo verde.
Yo tuve la oportunidad.
Un fenómeno celeste
no es tan espectacular.
Sale justo un rayo verde
en el horizonte que, hoy tambien,
hoy también se ha vuelto a nublar"

SR. CHINARRO


* Esta semana me voy a pegar un buen atracón de cine, voy a ir a un Festival de Cine Mudo (con música en directo), he conseguido entradas gratis para las 4 sesiones. Ya os contaré.

jueves, 10 de mayo de 2007

LA RODILLA DE CLARA



"Jérôme intenta unas palabras de consuelo, pero las lágrimas aumentan incesantemente. Sigue un minuto de silencio, ocupado únicamente por los sollozos, el repiqueteo de la lluvia sobre el techo del depósito y los truenos lejanos. Claire busca inútilmente un pañuelo en su chaqueta. Jérôme le ofrece el suyo que ella coge sin dejar de sollozar suavemente. Tiene una pierna estirada, y la otra encogida: en la oscuridad del suelo, la rodilla recorta una especie de prominencia luminosa. Jérôme, ocupadísimo de entrada en la llorera de la chica, baja sus ojos hacia la rodilla. Su mirada asciende a lo largo del muslo, del vientre que se mueve al compás de los sollozos, después, lentamente, baja de nuevo... Entonces, con un gesto claro y decidido, posa su mano sobre la extremidad de la rodilla y, con la misma autoridad, la acaricia con un movimento circular de la palma.




"Y me molestaba porque la sentía dispuesta a rechazar cualquier consuelo. No habría soportado que yo le cogiera la mano, el hombro, que la estrechara contra mí... En fin, estaba sentada frente a mí, la rodilla puntiaguda, delgada, lisa, frágil, a mi alcance, al alcance de mi mano. Mi brazo estaba colocado de tal manera que sólo tenía que extenderlo para tocar su rodilla. Tocar su rodilla era la cosa más extravagante, la única que no había que hacer, y al mismo tiempo la más fácil. Percibía a un tiempo la sencillez del gesto y su imposibilidad. Como si estuvieras al borde del precipicio, y sólo tuvieras que dar un paso para saltar al vacío y, aunque quieras, no puedes."

ERIC ROHMER "La rodilla de Clara. Seis cuentos morales"



"El film La rodilla de Clara es un simulacro. El gesto es el simulacro de un acto; la caricia, el de una posesión. El relato es el simulacro de una aventura. Los “Cuentos morales” nos sumergen en un mundo de simulacros, de apariencias engañosas. Como demuestra esta película, el erotismo de Rohmer descansa sobre la negación de la sexualidad.

En cuanto a Jérôme, es totalmente inadecuado evocar un "fetichismo de la rodilla", ya que su interés por ella no es de carácter sexual más que en apariencia. La realidad es bien diferente: de lo que se trata para el narrador, como de costumbre, es de terminar con el gusto romántico. Evidentemente, Jérôme no es alguien que tenga una fijación especial por las rodillas de las jovencitas. En ningún caso esta película podría haberse titulado La rodilla, puesto que no es la historia de una obsesión sexual, sino la de un desafío y, más profundamente, la de una conjura en los dos sentidos de la palabra: exorcismo y complot. Todo transcurre, de hecho, como si Jérôme hubiera puesto sus miras sobre la rodilla de la muchacha porque, del cuerpo deseable de Claire, aquella era la parte menos comprometida. A medio camino del pie (ridículo del fetichismo) y del sexo (vulgaridad del deseo), la rodilla es la parte "baja" del cuerpo de Claire menos sexual.

En otras palabras; si Jérôme hubiera fijado como objetivo de su conquista cualquier otra parte del cuerpo de Claire, habría tenido que afrontar las consecuencias azarosas de su deseo declarado de posesión. De aquí se deduce que la rodilla de la joven es seleccionada como punto de atracción erótica por nuestros personajes únicamente en virtud de esta cualidad esencial: reducir al mínimo las posibilidades de fracaso. "Poseer" por medio de una caricia audaz la rodilla de Claire es suprimir la idea misma de la posesión o, si se prefiere, sublimarla perfectamente. "

PASCAL BONITZER

* El otro día (supongo que porque sigo con la rodilla lesionada) me acordé de la curiosa película de Eric Rohmer "La rodilla de Clara" (1.970), en la que su protagonista se obsesiona durante días con tocar la rodilla de la hija adolescente de una amiga, hasta que por fin lo consigue... En fin, cosas de franceses :).

viernes, 15 de septiembre de 2006

MI NOCHE CON MAUD



"Mi noche con Maud" (1.969) de Eric Rohmer es una de las seis películas que conforman su serie de "Cuentos morales" (en Anagrama está editado un libro que recoge los seis cuentos, escrito por el propio Rohmer). Hace dos años vi "La rodilla de Clara" y me aburrió muchísimo, no le pillé el punto (ni fetichista ni de ningún tipo) para nada.

Esta película sin embargo, tiene bastante miga. Jean Louis Tringtinant regresa a Clermont- Ferrand, una típica y aburrida ciudad de provincias de la que procede, para ser ingeniero en la fábrica de Michelín, después de haber pasado unos años en el extranjero. Durante una misa se fija en una chica rubia, y se enamora platónicamente de ella, considerándola su ideal de esposa. Por casualidad topa con Vidal, un antiguo compañero de clase que le invita a pasar la Nochebuena en casa de una amiga suya, Maud, una atractiva mujer recientemente divorciada. La cena transcurre entre largas conversaciones sobre la vida, la moral, la ética y la filosofía de Pascal, el azar, las probabilidades matemáticas (muy francés todo). Al final se hace tarde y Vidal abandona a sus dos amigos con una excusa, siguen hablando y cuando Jean Louis quiere marcharse, Maud le pide que se quede porque hay una tormenta de nieve y teme que tenga un accidente, le cuenta que un amante suyo se mató en un día similar: "Estoy segura de que había encontrado al hombre de mi vida. Era alguien que me gustaba desde todos los puntos de vista y a quien yo gustaba. Era médico también, un hombre muy brillante, y adoraba la vida, era increíblemente divertido, jamás he conocido a nadie cuya compañía, cuya presencia, fuera más agradable, más alegre... Y de pronto, estúpidamente, murió en un accidente de automóvil. Su coche patinó en el hielo. Es el destino...". Jean Louis acepta y entonces se da cuenta de que no hay habitación de invitados, y que la cama de Maud está en el salón donde han cenado. Así que tiene lugar la siguiente escena:


-Puedo quedarme en el sillón.
-Pillará agujetas. ¿Tiene miedo? ¿De mí? ¿De usted? le juro que ni le tocaré. ¡Y yo que le creía muy seguro de sí mismo!
- ¿No tiene una manta?
- Sí, en el armario, abajo.
Abro el armario y cojo la manta, mientras que Maud se saca su camisa de marinero y se desliza bajo las sábanas hasta el cuello. Yo me saco los zapatos, la chaqueta y la corbata. Me envuelvo con la manta, me siento en el sillón,con los pies sobre la mesita. Maud tiene los ojos abiertos y me mira irónicamente.
¡I-di-o-ta! dice en voz muy baja, de modo que sólo la entiendo por el movimiento de sus labios. Me levanto bruscamente y voy a echarme a su lado, siempre envuelto en mi manta.
- Tendrá frío.
- Ya veremos - digo - Buenas noches.
Ella apaga la luz.


Comienza a amanecer. Maud tiene la cabeza casi enteramente oculta por la sábana. Se distingue claramente mi cara, iluminada por un reflejo del alba. Me despierto, me siento, luego me deslizo decididamente bajo el cubrecama de pieles. Maud se ha movido. Se da la vuelta y se pega contra mí. Me abraza. Su mano acaricia mi espalda. Se oyen nuestras respiraciones jadeantes... Bruscamente yo me separo, y me levanto a medias :
- ¡No! Oiga...
No menos vivamente, Maud se incorpora a su vez, aparta rabiosamente las mantas, sale desnuda de la cama y se dirige corriendo hacia la puerta del cuarto de baño. En el momento en que pone la mano sobre el pomo, la alcanzo. La abrazo.
- ¡Maud!
- ¡No! ¡Me gustan las personas que saben lo que quieren!


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Como habéis visto, Maud es una mujer que no se anda con rodeos, y que confunde al contradictorio Jean Louis, que se siente atraído por ella pero la rechaza como una mujer que quiera para tener a su lado. Pronto conoce a la rubia misteriosa que ha visto en misa, una aparentemente inocente estudiante, con la que se compromete. Maud y él vuelven a cruzarse brevemente por la calle y ella le dice que abandona la ciudad. La escena final no tiene desperdicio, Maud y él se encuentran en una playa unos años más tarde, él va acompañado de su mujer y su hijo, y se da una curiosa situación que le hace ver que las cosas no son como parecen, y que no hay que dejarse llevar por los tópicos habituales... No cuento más, quien quiera saber el misterio tiene que ver la película ;). La escena ocurre así:


La segunda evocación fue cuando, cinco años después, en Bretaña, me encontré con Maud por casualidad. Françoise y yo bajábamos a la playa con el mayor de los niños cuando, en un recodo del camino, me topé cara a cara con ella. Morena, los cabellos al viento, me pareció todavía más guapa y más joven que antes. Quise presentarle a mi mujer.

- Pero si nos conocemos - me dijo - ... En fin, de vista. Mi enhorabuena... ¿Por qué no me mandó una participación?
- Desconocía su dirección en Toulouse.
- Habría podido telefonerarme antes de mi marcha.
- Creo que lo hice.
- Es inútil mentir. Tengo buena memoria: me abandonó ignominiosamente... En fin, tenía sus razones - añadió con una sonrisa amable hacia Françoise.
Pero ésta, incómoda, sólo buscaba un pretexto para abandonarnos.
- Quiere irse a jugar- dijo, cogiendo al niño por la mano- Discúlpeme...
- ¡Así que era ella! - dice Maud, cuando Françoise quedó fuera del alcance de su voz- ¡Qué extraño! Habría tenido que imaginármelo.
- ¿Ella?
- Sí, su mujer, Françoise.
- ¡Pero si nunca le hablé de ella!
- ¡Y cómo! De su novia rubia, católica. ¡Tengo buena memoria, sabe!
- ¡Cómo podía haberle hablado de ella si no la conocía!
- ¿Por qué miente?
- La conocí el día después de... de la cena en su casa.
- ¿La cena? Usted quiere decir la noche, nuestra noche. No he olvidado nada. No dejaba de hablarme de ella...
(...)
Estaba a punto de decir "no pasó nada", cuando, de pronto, entendí que la confusión de Françoise no procedía de lo que sabía de mi, sino de lo que suponía que yo sabía de ella, y que, de hecho, descubrí en ese momento... sólo en ese momento.


 
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