"Al final me senté en un banco en un sitio donde no estaba tan oscuro.¡Jo! Seguía tiritando como un imbécil y, a pesar de la gorra de caza, tenía el pelo lleno de trocitos de hielo. Aquello me preocupó. Probablemente cogería una pulmonía y me moriría. Empecé a imaginarme muerto y a todos los millones de cretinos que acudirían a mi entierro. Vendrían mi abuelo, el que vive en Detroit y va leyendo en voz alta los nombres de todas las calles cuando vas con él en el autobús, y mis tías —tengo como cincuenta—, y los idiotas de mis primos.
Cuando murió Allie vinieron todos y había que ver qué hatajo de imbéciles eran. Según me contó D.B., una de mis tías, la que tiene una halitosis que tira de espaldas, se pasó todo el tiempo diciendo que daba gusto la paz que respiraba el cuerpo de Allie. Yo no fui. Estaba en el hospital por eso que les conté de lo que me había hecho en la mano. Pero, volviendo a lo del parque, me pasé un buen rato sentado en aquel banco preocupado por los trocitos de hielo y pensando que iba a morirme. Lo sentía muchísimo por mis padres, sobre todo por mi madre, que aún no se ha recuperado de la muerte de Allie. Me la imaginé sin saber qué hacer con mi ropa, y mi equipo de deporte, y todas mis cosas. Lo único que me consolaba es que no dejarían a Phoebe venir a mi entierro porque aún era una cría. Esa fue la única cosa que me animó. Después me los imaginé metiéndome en una tumba horrible con mi nombre escrito en la lápida y todo. Me dejarían allí rodeado de muertos.
¡Jo! ¡Buena te la hacen cuando te mueres! Espero que cuando me llegue el momento, alguien tendrá el sentido suficiente como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos que me dejen en un cementerio. Eso de que vengan todos los domingos a ponerte ramos de flores en el estómago y todas esas puñetas... ¿Quién necesita flores cuando ya se ha muerto? Nadie."
J.D. SALINGER "El guardián entre el centeno"
* Entre el agobio laboral y los problemas informáticos que me rodean últimamente, no había podido hacer hasta hoy el merecido homenaje al autor de uno de mis libros de cabecera de mi adolescencia, J.D.Salinger, fallecido recientemente. Descanse en paz.
Cuando murió Allie vinieron todos y había que ver qué hatajo de imbéciles eran. Según me contó D.B., una de mis tías, la que tiene una halitosis que tira de espaldas, se pasó todo el tiempo diciendo que daba gusto la paz que respiraba el cuerpo de Allie. Yo no fui. Estaba en el hospital por eso que les conté de lo que me había hecho en la mano. Pero, volviendo a lo del parque, me pasé un buen rato sentado en aquel banco preocupado por los trocitos de hielo y pensando que iba a morirme. Lo sentía muchísimo por mis padres, sobre todo por mi madre, que aún no se ha recuperado de la muerte de Allie. Me la imaginé sin saber qué hacer con mi ropa, y mi equipo de deporte, y todas mis cosas. Lo único que me consolaba es que no dejarían a Phoebe venir a mi entierro porque aún era una cría. Esa fue la única cosa que me animó. Después me los imaginé metiéndome en una tumba horrible con mi nombre escrito en la lápida y todo. Me dejarían allí rodeado de muertos.
¡Jo! ¡Buena te la hacen cuando te mueres! Espero que cuando me llegue el momento, alguien tendrá el sentido suficiente como para tirarme al río o algo así. Cualquier cosa menos que me dejen en un cementerio. Eso de que vengan todos los domingos a ponerte ramos de flores en el estómago y todas esas puñetas... ¿Quién necesita flores cuando ya se ha muerto? Nadie."
J.D. SALINGER "El guardián entre el centeno"
* Entre el agobio laboral y los problemas informáticos que me rodean últimamente, no había podido hacer hasta hoy el merecido homenaje al autor de uno de mis libros de cabecera de mi adolescencia, J.D.Salinger, fallecido recientemente. Descanse en paz.
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15 comentarios:
Pues eso!!
Desde luego, a mi que no me entierren, eso para los famosos y los faraones ...
yo incinerado en un bar de copas con muchas rubias ;)
abominable, atikus, desde luego este párrafo (que curiosamente abrí al azar ayer al coger el libro para preparar el post) dice mucho de la opinión de Salinger al respecto del tema!
Qué lástima. Al menos nos queda su obra, aunque sea escasa.
Saludos.
Me sumo a tu homenaje. Yo, que nunca sé decir mis cosas preferidas, digo que Salinger era mi escritor.
Tú blog es muy bonito :)
* Y la obra que nunca ha publicado, Ainhoa... algo me da que como no haya dado instrucciones estrictas para que sea destruida, todos esos libros que lleva 40 años escribiendo en soledad serán el tesoro más preciado de cualquier editor!
* Mil gracias Marta!! Bienvenida, ya conoces mi pequeño rincón, te habrá hablado de él también Luismi :).
A ver si nos vemos pronto, besos
Yo como Atikus , incinerada.
Lo del bar y las rubias habrá que preguntarlo a los señores del bar y a las rubias...por mí no hay inconveniente.
Si ya lo decía la canción ..."Bares , qué lugares tan gratos para conversar, nada como el calor del amor en un bar..."!
Desde luego mucho más amable que un cementério si debe ser..
MK, me gusta tu nuevo avatar :D...
La idea de atikus no es mala, pero estoy contigo, habría que preguntar primero a las rubias!! :)
Bonito homenaje, pero mi Holden no es el del dibujo. Un saludo.
Estoy muy de acuerdo con el texto. Lo del entierro me parece claustrofóbico, aunque es tontería porque ni te enteras. Pero me gusta la idea de que te incineren y te dejen en la naturaleza o en algún lugar que te guste.
Siempre excelente Salinger
* David, tampoco yo me lo imaginaba así, pero no he encontrado mejor foto para ilustrar este texto... las de Salinger mayor y cabreado fotografiado contra su voluntad a la salida del super no me convencían :)
* Así es, Maribel, sólo espero que se haya respetado su voluntad al respecto...
Descubrí a Salinger hace un año. Es curioso, los escritores mueren, pero son eternos. Me ha gustado tu homenaje.
Muchas gracias, paseante...
yo quiero donar mi cuerpo para la ciencia...para que un montón de estudiantes en bata se "cachondearan de mis tripas"...jo, me gusta salinger...he recortado un montón de cositas para irlas leyendo poco a poco.
bstos.
Salinger era grande, siempre estamos a tiempo para redescubrirlo... en un club de lectura al que pertenezco vamos a leer (en mi caso ya he perdido la cuenta de las veces) "El guardián entre el centeno"...
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