martes, 15 de septiembre de 2009

LA NOCHE DEL CAZADOR (2)



" ¡Esperad! ¡Esperad! ¡Malditos seáis!

Y entonces alguna corriente del vasto y oscuro río los atrapó en su cálido regazo y la barca comenzó a moverse, a moverse por fin; primero giró en redondo como una loca hoja otoñal y luego se dirigió al centro del cauce; todavía podían oir al Predicador, pues los sonidos llegaban claros y nítidos por encima del agua. Había vuelto a la orilla, por donde podía seguirlos mejor y se abría camino a través de la espesa vegetación que formaban las ásperas matas de zumaque y hierba carmín maldiciendo y gritando, pero ahora se alejaban de él, estaban salvados.

¿John? dijo Pearl con voz entrecortada.

John clavó sus ojos en ella, sin responder, y dejó caer el rostro sobre la parte interior de su codo, apoyado en la popa; estaba agotado y exhausto, a pesar del éxito de aquel casi milagroso éxodo.

Nos hemos dejado a papá, dijo Pearl.

Sí. Sí, Pearl, murmuró, demasiado cansado para dar explicaciones; de pronto, sintió que un escalofrío le recorría todo el cuerpo, igual que si tuviera la malaria o alguna pavorosa fiebre fluvial, al pensar en cómo se las había arreglado y en que nunca, en lo que quedara de vida, podría estar seguro de haberse librado definitivamente del Predicador, que estaba de pie, metido hasta el muslo en las aguas someras bajo los sauces, a unos diez metros por encima de la hilera de chabolas flotantes, y proferió un sostenido y rítmico alarido casi animal, de ofensa y de derrota. Y la gente de las chabolas flotantes dejó de dormir, de hacer el amor, de cantar viejas y melodiosas tonadas y se puso a escuchar, pues aquello era tan antiguo y misterioso como el propio mal, un alarido vibrante, desigual, que les llegaba por encima del agua y cuyo ritmo ponía los pelos de punta. Por la maldad que traslucía hubiera podido tratarse de fantasmas del viejo Mason, o de Macijah Harpe, o de Girty el Renegado. Y aquella gente ribereña guardó silencio, esperando que cesara, que la creciente oscuridad se lo llevara consigo y diera paso a los ruidos propios de la noche: el croar de las ranas verdes, el repentino coletazo de un pez, el chillido de una liebre en un campo al ser sorprendida por el salto de la voraz comadreja. Aunque el esquife se había alejado corriente abajo por el oscuro y silencioso río, los niños podían oir todavía debilmente, cada vez más lejano, aquel terrible y ronco alarido."

DAVIS GRUBB "La noche del cazador"

* Cada vez que vuelvo a ver "La noche del cazador", primera y única película como director de Charles Laughton, me maravilla más la atmósfera de cuento creada por Laughton en la película, que capta de manera magistral lo descrito en la novela (igualmente buena) de Davis Grubb, que no en vano fue co-guionista, junto con Laughton y el escritor James Agee de la misma.

Mi escena favorita es esta: los niños finalmente consiguen huir de Harry Powell, el Predicador, y el río y los animales que habitan en él les sirven de protección. Una novela y una película absolutamente mágicas que os recomiendo.

**OTRO POST SOBRE LA PELÍCULA Y EL LIBRO:

LA NOCHE DEL CAZADOR

3 comentarios:

alain dijo...

OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.....

alain dijo...

qué peliculón (el libro no lo he leído...)

la escena que citas es fantástica (en todos los sentidos)

desconvencida dijo...

Es el cine hecho magia, alain... la novela es una maravilla, irá conmigo en el autobús esta tarde, es la segunda vez que la leo ;)

 
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